10 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA AFRONTAR LA DIRECCIÓN DE UN MONTAJE TEATRAL
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«En un teatro vacío, en medio de un glaciar aterciopelado de asientos desocupados, se encuentra sentado un hombre solitario. Tenso, concentrado, todo ojos, oídos y nervios, se inclina hacia el escenario donde los actores están ensayando. La mirada fija en ese agujero profundo, sin decoración y casi sin luz, donde las personas en disposición de ánimo y trajes incongruentes pasan por diversos repliegues. Él frunce el ceño, aguza su oído para escuchar las líneas que aún son pronunciadas o interpretadas de manera imperfecta».
Así empieza la descripción sobre la figura del director que hace Louis Jouvet en el libro “La profesión del director”.
Lo cierto es que, detrás de esta imagen casi cinematográfica, se intuye el esfuerzo, la responsabilidad, así como la entrega y la pasión que conlleva dirigir una obra teatral.
Indudablemente hay varias formas de dirigir. Depende de la naturaleza del espectáculo, del texto, etc., pero también del criterio y la forma de hacer del director/a.
Maneras de dirigir teatro
Hay directores/as que en cada ensayo explican exactamente lo que quieren: los movimientos dibujados, los más mínimos detalles de la interpretación estudiados y todo recogido en el “dietario de dirección”. Los hay que, por el contrario, llegan al ensayo y a partir de algunas premisas trabajan seleccionando o corrigiendo lo que los actores y actrices les proponen y por tanto, probando des de ellos antes de fijar nada. En el primer caso, normalmente la percepción de los actores y actrices es de que hay un camino prefijado, cosa que ayuda a dar seguridad pero también contribuye a que sientan que se limitan a obedecer. En el segundo, los y las intérpretes tienen la sensación gratificante de que el espectáculo se ha construido entre todos /as, sin embargo el peligro es que se generen estados de confusión , de falta de operatividad y de desconfianza y desmotivación.
Cabría apuntar una tercera posibilidad, definitivamente más equilibrada, que vendría a proponer que el director/a fuera de los primeros sabiendo ser de los segundos cuando el proceso lo requiera. Esta opción requiere de un liderazgo dúctil. Y está ahí también la pericia del mismo director/a para admitir incluso como hallazgos de ellos/as cosas que su método de dirigirlos les ha llevado a conseguir o que incluso él /ella imaginaba antes.
Pero dirigir una obra de teatro no es dirigir actores/actrices aisladamente, sin tener en cuenta nada más. No olvidemos que el director/a es “el máximo responsable de una puesta en escena, desde el punto de vista ideológico, y estético-formal” (Giraldo M. Cárdenas, Dirigir Teatro). Y eso no es, en absoluto, tarea fácil , pues las características intrínsecas del teatro, su polifonía informacional, hace que haya que dominar artística y meticulosamente los mensajes que se quieren enviar.
Signos y mensajes
El ensayista Roland Barthes nos dice que el teatro es una especie de máquina cibernética. “Cuando descansa, esta máquina está oculta detrás de un telón. Pero a partir del momento en que se la descubre, empieza a enviarnos una cierta cantidad de mensajes. Estos mensajes tienen una característica peculiar: que son simultáneos”. Es decir, recibimos al mismo tiempo seis o siete informaciones (procedentes de la escenografía, del vestuario, de la iluminación, del lugar de los actores, de sus gestos, de su mímica, de sus palabras…).
El/la director/a de escena es quien debe coordinar estos signos y responsabilizarse de que estos mensajes tengan unidad. Podríamos decir que dirigir es encontrar sentido y relación a los elementos que participan en una puesta en escena . Y por tanto es decidir, ser coherente y también estimular , sostener y ayudar a los actores y actrices en su trabajo, desarrollando sus posibilidades, potenciando su imaginario e introduciéndoles en el universo de la obra. El director/a es el/la responsable de dar unidad y sentido a los mensajes que proceden del escenario. Pero ¿con qué criterio y sentido? A eso es a lo que hay que enfrentarse como director/a, sabiendo qué quiero decir y teniendo deseo de comunicarlas. Es necesario ver la producción como un todo y ,por tanto, estar presente en todos los ámbitos de la creación escénica y pudiendo hacer una creación personal e interesante del texto a representar. La capacidad de observación, la intuición, la paciencia, el entusiasmo, el sentido común y la organización práctica del tiempo serán las herramientas necesarias para poder ejercer este rol y no morir en el intento.
Consejos para dirigir teatro
Os dejamos diez consejos prácticos, extraídos del libro Manual de Teoría y Práctica Teatral de Jose Luis Alonso de Santos, que os ayudarán a enfrentaros a la dirección de un montaje.
- Que la obra se oiga con la riqueza, volumen , colorido y matices que el término oír en el teatro lleva consigo. Es importante que las frases se escuchen con precisión y seguridad: los juegos de palabras, los dobles sentidos, las diferentes formas de hablar de los personajes, la poesía y la belleza de las palabra tiene que llenar el escenario y llegar al espectador más lejano con toda precisión y contenido.
- Que la obra se vea de forma bella, plástica y comunicativa. Que hayan imágenes escénicas: cualquier signo movimiento o gesto ha de ser un plano teatral y, como sucede con los planos cinematográficos, tienen que ser decididos dibujados , iluminados y proyectados con absoluta precisión.
- Que se entienda cada una de las diferentes dimensiones de la obra. El espectador/a sólo es atrapado por la ficción si ésta le llega en toda su complejidad y con la evolución de cada momento
- Que se sienta. El teatro es un terreno de comunicación emocional y sensorial. Los personajes viven situaciones emocionales y estas pasiones y vivencias se comunican por empatía al espectador/a.
- Que en la obra domine el sentido común. No basta la buena voluntad: es necesario un trabajo escénico elaborado . Todo lo que suceda en el escenario tiene que parecer sencillo como un juego sin que deje ver su dificultad.
- Que todos/as defiendan su trabajo con talento y entusiasmo. Creer y crear. El trabajo artístico requiere de generosidad y de amor por la obra y el proceso. No podemos estar seguros del resultado posterior ante el público pero sí podemos decidir respecto al grado de compromiso personal con el teatro, con nuestra actitud en los ensayos y durante las representaciones.
- Que se trate al público como a seres inteligentes. Respetarles y tratar de controlar el impulso que tenemos de estar siempre justificándonos por lo que no hemos hecho en vez de hacerlo.
- Que se cierre y termine el montaje con un molde que de seguridad a todos los y las participantes. Para que surja la obra viva sobre la escena con la mayor riqueza y perfección posible en el momento de la representación.
- Que se distribuya bien el tiempo de ensayos, con un calendario adecuado y poder respetarlo para poder llegar con tiempo y sin angustia al estreno. Sería bueno plantificar poder tener tiempo para pases generales.
- Que el acto artístico sea placentero, como acto lúdico de comunicación gozosa entre seres humanos que es. A veces es conveniente recordarlo en los momentos de crisis o cuando se tiene la sensación de que todo se hunde a nuestro alrededor y nada sale como deseamos.
Esperemos que estos consejos os hayan sido útiles y cerramos con una cita de L. Jouvet, autor con quien hemos abierto el artículo y que nos parece una metáfora preciosa y acertadísima sobre la dimensión del trabajo de dirección teatral.
“El director es quien establece el punto de vista de una noche y de la eternidad”.
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